El Amazonas es el pulmón verde del planeta y se acerca rápidamente a un punto de no retorno. La cuenca del Amazonas abarca la mayor selva tropical del mundo (unos 6 millones de kilómetros cuadrados) con el río más largo, el Amazonas, que nace en los Andes y fluye caudaloso hasta el océano Atlántico, moviendo 220.000 metros cúbicos de agua por segundo. La selva amazónica, moldeada por miles de millones de años de cambios geológicos y climáticos, alberga cientos de miles de especies animales y vegetales, muchas de ellas aún desconocidas, así como pueblos indígenas de inmensa variedad multicultural. Sin embargo, entre la extinción de especies, la degradación del hábitat y la tala ilegal, su situación es, cuando menos, dramática.

En 10 años (entre 2010 y 2020) se han deforestado unos 300.000 kilómetros cuadrados de selva amazónica, lo que equivale a toda la superficie de Italia. En el mismo plazo, se talaron, quemaron o degradaron más de 170.000 kilómetros cuadrados de bosque primario, el más preciado y rico en biodiversidad, la mayor parte en Brasil.
2019 fue el peor año de incendios en el mundo, con 12 millones de hectáreas (120.000 kilómetros cuadrados) de selva amazónica convertida en humo. La tasa de deforestación, sin embargo, sigue aumentando de forma constante en la Amazonia brasileña.

Entre agosto de 2020 y julio de 2021, la tasa de deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 22% en comparación con el año anterior. El área afectada por la tala fue de 13.235 kilómetros cuadrados: niveles de deforestación no vistos desde 2005-2006, cuando el área afectada fue de 14.286 kilómetros cuadrados (Fuente: Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, Inpe). Además:

• La selva amazónica, en su estructura original, actúa como un gran sistema de irrigación (el vapor de agua del gran océano verde crea los ‘rios voadores’, ríos caudalosos en español) que distribuye la humedad en forma de lluvia a todos los territorios circundantes desde Brasil hasta Argentina.
• Los estudios analizados por el informe muestran que si la región pierde más del 25-30% de su cubierta forestal original, se alcanzará el temido punto de inflexión. Es decir, el límite a partir del cual el bosque perderá su capacidad de sostenerse. Para 2022, los datos registran una pérdida del 26% de la selva amazónica.
• Más allá del punto de inflexión, la selva se convertiría en un ecosistema más parecido a la sabana africana.