La agricultura intensiva, con su uso masivo de fertilizantes y pesticidas para satisfacer las necesidades de la agroindustria, ha tenido consecuencias desastrosas para el medio ambiente. A lo largo de los años, esta práctica ha acabado con la fertilidad del suelo, ha contribuido a la contaminación del agua y del aire y ha provocado un importante descenso de la biodiversidad en todos los lugares donde se practica.

Para hacer frente a esta crisis medioambiental, es esencial que la agricultura vuelva a su objetivo primordial, que es producir alimentos sanos y de calidad respetando los ecosistemas y su biodiversidad. Hasta la fecha, no existe una solución para este problema, pero uno de los enfoques más prometedores es la agricultura regenerativa, que pretende no sólo reducir el impacto de esta actividad humana, sino también invertir su proceso de degradación, regenerar el suelo y reducir la contaminación mediante la implantación de sistemas ecológicos integrados.

La agricultura regenerativa se basa en una visión innovadora de una serie de prácticas tradicionales, cuyo objetivo es devolver la fertilidad y vitalidad al suelo, por ejemplo mediante la rotación de cultivos, la gestión consciente de la cubierta vegetal, el uso de asociaciones y plantas defensivas para protegerse de enfermedades e insectos nocivos, y la utilización de abonos naturales. Estos métodos son experimentales y requieren inversiones que no son necesariamente rentables, pero son fundamentales para encontrar soluciones a largo plazo para la correcta cohesión del hombre y la naturaleza.

Gracias a los ingresos de Almo Nature, la Fondazione Capellino, a través de su granja RVF, lleva años experimentando con nuevas y antiguas prácticas de agricultura regenerativa para organizar una producción sostenible de alimentos. Todo ello con el objetivo primordial de superar el modelo actual de agricultura que funciona de forma vertical y sigue utilizando grandes cantidades de pesticidas para garantizar una producción adecuada. Gracias a una medición científica y sistemática de los efectos obtenidos por fin será posible definir prácticas realmente eficaces que puedan reproducirse y validarse en otros contextos y entornos.

Hasta la fecha, los viñedos y la agrosilvicultura se están estudiando desde varios aspectos: la regeneración del suelo, el uso cero de pesticidas y herbicidas y la producción mixta. Todo ello centrado en un concepto importante: saber cuál es la máxima biodiversidad posible y tolerable por un sistema agrícola para crear un ecosistema productivo y equilibrado con los sistemas naturales.