Desertificación, suelo y cambio climático
La desertificación es un proceso ambiental, acelerado por las actividades humanas y el consiguiente cambio climático, que conduce a la degradación del suelo, la pérdida de la biosfera (tanto animal como vegetal) y la transformación del entorno en desierto.
Según un estudio de 2018 de la Comisión Europea, más del 75% del suelo mundial ya está degradado en alguna medida. Este porcentaje, ya elevado, podría aumentar hasta el 90% en 2050. Cada año se degradan 4,18 millones de kilómetros cuadrados, es decir, aproximadamente la mitad de la superficie de la Unión Europea.
Paralela a la desertificación está la pérdida de materia orgánica del suelo (MOS), que compromete la funcionalidad y la fertilidad de los suelos agrícolas. La MOS está formada por sustancias de origen vegetal o animal que se descomponen en el suelo por la acción de microorganismos. Es un componente fundamental para la fertilidad, la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres. La MOS desempeña múltiples funciones, como mejorar la estructura y la estabilidad del suelo, aumentar la capacidad de retención de agua y la resistencia a las tensiones climáticas, aportar nutrientes a las plantas y promover la biodiversidad del suelo. Potencia las funciones ecológicas esenciales para mantener el equilibrio natural del planeta y participa en la regulación del ciclo del carbono y la mitigación del cambio climático mediante el secuestro de este elemento.
En el sector agrícola, la MOS se ve amenazada por varios factores de degradación, entre ellos las prácticas agrícolas intensivas e insostenibles. Estas prácticas pueden causar una pérdida de MOS a través de varios mecanismos, entre ellos: la intensificación del laboreo del suelo, la reducción de los aportes de materia orgánica estabilizada, como los purines de explotaciones ganaderas y biodigestores insuficientemente madurados, el uso excesivo o inadecuado de fertilizantes sintéticos y plaguicidas, como insecticidas y herbicidas.
El experimento: regenerar el suelo en Villa Fortuna
El ensayo se puso en marcha para validar métodos innovadores y clásicos de regeneración del suelo en Villa Fortuna, propiedad de la Fundación Capellino en San Salvatore Monferrato (AL), donde el suelo se ha agotado tras años de cultivo intensivo. Durante los primeros años del proyecto, se implantó un sistema agroforestal, un sistema de cultivo mixto que intercala árboles frutales con árboles y arbustos forestales, que, además de devolver la biodiversidad, tenía la misión primordial de dar estabilidad al suelo y empezar a revertir el estado altamente degradado de la tierra, protegiéndola de la exposición total a la intemperie, que aceleraba aún más su erosión, imposibilitando la implantación de prácticas regenerativas estructuradas. Se abandonó el laboreo intensivo, como el arado profundo, y se sustituyó por el laboreo mínimo y la cobertura continua del suelo mediante mulching (cobertura del suelo con materia orgánica para protegerlo de la intemperie) y la siembra de plantas herbáceas en todas las zonas entre hileras para conseguir una cubierta vegetal continua.
Una vez alcanzado el tercer año de crecimiento de la vegetación, podremos poner en marcha un estudio científico para validar, mediante los oportunos análisis locales y de laboratorio, qué acondicionador del suelo estabilizado es el mejor para acelerar la regeneración del suelo mediante el aporte adecuado de materia orgánica en el suelo. En primavera, se distribuirán en el suelo distintos tipos de acondicionadores del suelo, como compost, bokashi (un tipo de producto orgánico fermentado) y compost mezclado con moléculas naturales, como la pectina, que se encargarán de potenciar distintas características del suelo, como la capacidad de estimular las defensas naturales de las plantas contra las enfermedades, la retención de agua y la proliferación de microorganismos beneficiosos para los cultivos y la calidad del suelo. Paralelamente, también se ensayarán diversos cultivos de cobertura, que junto con la enmienda del suelo aportarán vitalidad y estabilidad adicional al suelo.
Los mismos tipos de acondicionadores del suelo ensayados en el campo también se producirán en un entorno controlado y se analizarán químicamente para proporcionar una caracterización completa de estos compuestos y sus propiedades.
El amplio seguimiento, caracterización y agregación de datos científicos, que se extenderá durante al menos dos años, aplicados tanto a los parámetros químicos como a la presencia y evolución de los microorganismos del suelo, permitirá poner de manifiesto los principales problemas y ventajas de las prácticas adoptadas y formular una norma que aclare cuál es la mejor práctica agrícola para la restauración acelerada del suelo.